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Necesidades Educativas. ¿Problemas emocionales o trastornos de conducta?

No resulta fácil definir trastornos de conducta y problemas emocionales en niños y niñas. Se han usado estos términos para hacer referencia a un amplio grupo de comportamientos diferentes, tanto en la forma como en la función que cumplen. El término trastorno de conducta denota que el niño causa problemas a otra u otras personas, o transgrede las normas o reglas de una conducta socialmente aceptable, mientras que el término problema emocional se refiere a la manifestación conductual que tiene lugar ante estados emocionales aversivos como infelicidad, frustración o tristeza.


Tradicionalmente se han diferenciado, dentro de los trastornos de conducta, dos subcategorías: desatención, hiperactividad e impulsividad, por un lado, y agresión, conducta oposicionista y serios problemas de conducta, por otro (Waldman, Lillienfeld y Lahey, 1995).

La categoría de trastornos de conducta hace referencia a combinaciones de comportamientos como agresiones físicas o verbales a personas, destrucción de objetos o propiedades, mentir, desafiar a personas mayores o a la autoridad. La subcategoría de hiperactividad e impulsividad se refiere a combinaciones de comportamientos relacionados con el mantenimiento de la atención y el movimiento excesivo. La mayoría de las definiciones coinciden en que un chico o chica que presenta un trastorno de conducta o un problema emocional muestra comportamientos inapropiados para su edad, y esos comportamientos le producen conflictos con su entorno social, una alteración en su estado de ánimo o le conducen al fracaso escolar.


Lo cierto es que todos los niños y niñas muestran comportamientos inapropiados para su edad en algún momento de su desarrollo, lo que indica que la definición de comportamientos inapropiados incluye otras variables además de la propia conducta del niño. Para definir la conducta problemática o disruptiva debemos especificar distintos parámetros, como su topografía o de qué conducta se trata, con qué intensidad y frecuencia ocurre, cuánto dura dicho comportamiento y cuánto tarda en iniciarse cada vez, en qué contexto ocurre, qué consecuencias tiene para el niño o niña y quién está evaluando esa conducta. Todos estos parámetros son relevantes para definir la conducta, pero merecen especial atención el contexto en el que ocurre y las repercusiones para el actor de la conducta, ya que a la hora de modificar ésta vamos a actuar justamente sobre el contexto y las consecuencias.


Pensemos por un momento que el profesor le dice a Iván que le mire a los ojos cuando le esté hablando, pero ese comportamiento en casa es interpretado como desafio a la autoridad del padre.La confusión de Iván ante dos situaciones tan dispares puede que le haga mostrar alguna conducta desajustada. En este caso no podemos decir que exista una patología subyacente, sino que hay pautas culturales o contextuales contradictorias entre la casa y la escuela. Un trastorno de conducta puede comenzar por razones culturales y convertirse en un problema de desadaptación personal.


En un estudio reciente (Handwerk y Marshall, 1998) se pone de manifiesto que los profesores suelen detectar a menos alumnos con problemas emocionales que a alumnos con trastornos de aprendizaje, de lo que se desprende que la proporción de alumnos que reciben educación específica para el tipo de problemática que presentan es menor de lo que debieran.


No cabe duda de que resulta muy importante identificar cuanto antes los trastornos de conducta o emocionales. Se ha constatado que la presencia de trastornos de conducta o emocionales en edad escolar predice claramente fracaso escolar, expulsiones del sistema educativo, delincuencia y problemas psiquiátricos en la edad adulta. Aunque no todos los niños que han sido agresivos y violentos en la escuela van a mostrar esos comportamientos en la edad adulta, es muy difícil encontrar adultos agresivos o violentos que no mostraran esos comportamientos en su niñez o en su juventud (Kirk, Gallagher y Anastasiow, 2000).


Por tanto, es de vital importancia detectar e identificar cuanto antes en su itinerario educativo a los chicos y chicas que presenten trastornos emocionales y de conducta, para que puedan darse los pasos oportunos en la modificación de sus patrones desajustados de comportamiento.



Posted by Francisco Quesada


Basado en "Manual de Necesidades Educativas Especiales" C. Belda y J.L. Arco



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Psicólogo Francisco Quesada 

Consultor especializado en Neuropsicología clínica

 Especialista en Hipnosis Clínica. Experto en Violencia y Agresión.
                                                                                                             
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