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La herramienta definitiva para padres y educadores: "La Inteligencia emocional".

El término "inteligencia"se deriva del término latino inteligere, palabra compuesta a su vez por dos vocablos intel (entre) y legere (escoger). Así, en su origen etimológico hace referencia a la "persona que sabe elegir entre las mejores alternativas para la resolución de un problema" (Anasagasti, 2013). Por lo tanto, una persona inteligente es aquella que es capaz de elegir la mejor opción de las presentes a la hora de resolver un determinado dilema.


Las teorías clásicas de inteligencia ofrecían una medida de la misma expresada en el CI (cociente intelectual), de tal manera que el resultado de un test pretendía determinar el éxito o fracaso en el futuro académico o profesional de una persona. Sin embargo, las novedosas aportaciones de Gardner en su teoría de las inteligencias múltiples (1983) revolucionaron el concepto de inteligencia y lo dotaron de mayor contenido, postulando varios tipo de capacidades (8) que formaban parte del individuo y que podían determinar con mayor probabilidad la capacidad de éxito en la vida.


  • Lingüística (o verbal-lingüística): Habilidad para utilizar con un dominio avanzado el lenguaje oral y escrito, así como para responder a él. Por ejemplo los políticos u oradores de prestigio.

  • Lógico-matemática: Habilidad para el razonamiento complejo, la relación causa-efecto, la abstracción y la resolución de problemas. Por ejemplo un campeón de ajedrez o científicos.

  • Viso-espacial: Capacidad de percibir el mundo y poder crear imágenes mentales a partir de la experiencia visual. Por ejemplo fotografía, video, creatividad 3D, etc

  • Corporal (o quinestésica): Habilidad de utilizar el cuerpo para aprender y para expresar ideas y sentimientos. Incluye el dominio de habilidades físicas como el equilibrio, la fuerza, la flexibilidad y la velocidad. Ejemplo: Danza o gimnasia.

  • Musical (o rítmica): Habilidad de saber utilizar y responder a los diferentes elementos musicales (ritmo, timbre y tono). Por ejemplo los músicos.

  • Intrapersonal (o individual): Habilidad de comprenderse a sí mismo y utilizar este conocimiento para operar de manera efectiva en la vida. Por ejemplo los psícologos y filósofos .

  • Interpersonal (o social): Habilidad de interactuar y comprender a las personas y sus relaciones. Por ejemplo las personas solidarias, miembros de ONGs, campañas de ayuda a refugiados, etc

  • Naturalista: Habilidad para el pensamiento científico, para observar la naturaleza, identificar patrones y utilizarla de manera productiva. Por ejemplo científicos volcados en el naturalismo y la defensa de la naturaleza.

En estudios posteriores el propio Gardner y su equipo aumentaron el número de capacidades hasta 12 y añadieron las siguientes:

  • Emocional. Mezcla entre la interpersonal y la intrapersonal.

  • Existencial. Meditación de la existencia. Incluye el sentido de la vida y la muerte.

  • Creativa. Consiste en innovar y crear cosas nuevas.

  • Colaborativa. Capacidad de elegir la mejor opción para alcanzar una meta trabajando en equipo.


Centrándonos en la "inteligencia emocional", cada uno de nosotros, podremos fácilmente advertir la importancia que tiene el universo emocional en nuestras decisiones y, por ende, en nuestras vidas. La mayoría de decisiones importantes están generadas e impregnadas de una potente carga emocional. ¿Acaso elegimos pareja por un complejo cálculo de afinidad o por la probabilidad de éxito genético? ¿Elegimos nuestra vivienda por un frío cálculo de ingeniería? ¿Acaso cambiamos de trabajo debido a una simple cuantificación numérica? La respuesta a todas estas preguntas en "no". La mayoría de decisiones importantes en nuestras vidas están impregnadas o determinadas por una potente carga emocional.


Si desea profundizar en lo que son las emociones puede leer el siguiente post que escribí hace algún tiempo, pulsando aquí.


Asumiendo que la memoria es una de las capacidades más importantes que participan en la inteligencia y basándome en el modelo de Barclay y Smith (1992), podemos decir que el afecto y la emoción son las características más importantes de la memoria en general y de la memoria autobiográfica en particular.


Los recuerdos que se mantienen en el tiempo, aunque hayan ocurrido una sola vez, suelen estar asociados a intensas emociones, es decir, cuando los recuerdos van condicionados por ciertas e intensas emociones, se produce un importante efecto de refuerzo que favorece enormemente su consolidación en la memoria autobiográfica del sujeto.


Gracias a la neurociencia, hoy sabemos que la amígdala es un responsable principal de las memorias con carga emocional. Por el contrario, cuando se extirpa o se lesiona este núcleo cerebral en animales de experimentación, se hace imposible condicionar estímulos emocionales de miedo. Es decir, el condicionamiento emocional es imposible cuando falta la amígdala o esta está lesionada. Este importante núcleo no es el único que se ve implicado en el procesamiento emocional, pero sí que resulta especialmente necesario.

La emoción implica al sistema nervioso por completo. Pero hay dos partes

del sistema nervioso que son especialmente importantes: El sistema límbico y el sistema nervioso autonómico. El sistema nervioso autónomo, junto con el hipotálamo, regula el pulso, la presión arterial, la respiración y la excitación en respuesta a señales emocionales. Cuando se activa, el sistema nervioso simpático prepara al cuerpo para acciones de emergencia controlando las glándulas del sistema endocrino.

En definitiva, siguiendo a Aguado, en su magnífico estudio sobre Inteligencia emocional, podemos definir la competencia emocional como la capacidad o la destreza para conjugar todas las habilidades que son necesarias para conseguir que se active el estado emocional más adaptativo para una determinada situación. Para se competente emocionalmente, se hace necesario conjugar dos destrezas fundamentales tales como:


*La flexibilidad emocional.

*La adaptabilidad.


Las distintas habilidades en el manejo de las emociones permiten a las personas vivir más a gusto consigo mismas, tener una visión más positiva y adaptada de la vida y poder expresar en plenitud sus sentimientos de manera más adecuada e inteligente. La empatía, el pensamiento realista, el optimismo, el esfuerzo... etc. son procesos imprescindibles y necesarios a estimular en las primeras etapas de aprendizaje en la familia o en la escuela y que serían, como indica toda la evidencia científica acumulada, de enorme importancia para el desarrollo de los menores.


Un adecuado desarrollo emocional y un abordaje explícito, tanto en la familia como en la escuela, se hace necesario para el óptimo crecimiento del menor, ya que nos permite aprovechar todo nuestra capacidad de aprendizaje, de adaptación y todo nuestro potencial humano. En definitiva, las habilidades y capacidades en el manejo emocional nos posibilitan para ser más inteligentes, vivir más felices y en absoluta plenitud con nosotros mismo y con las personas que nos rodean.

Francisco Quesada Rodríguez.


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Psicólogo Francisco Quesada 

Consultor especializado en Neuropsicología clínica

 Especialista en Hipnosis Clínica. Experto en Violencia y Agresión.
                                                                                                             
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