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¿Dificultades de atención?¿Hiperactividad?


El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) es un trastorno neurobiológico y del neurodesarrollo que se diagnostica en la infancia, aunque puede persistir en la vida adulta, y que se caracteriza por presentar síntomas de hiperactividad (actividad motora excesiva a lo esperado para la edad y desarrollo), impulsividad (actúan sin reflexión previa) y dificultades de atención. Tiene una base genética y es de naturaleza crónica. Se ha considerado un “trastorno neurobiológico” porque se cree que puede existir un funcionamiento alterado de algunas zonas del cerebro. Existen hipótesis de trabajo sobre el desarrollo neurológico, que proponen que en el TDAH se da un retraso en la maduración cerebral, apoyado en las características anatómicas del cerebro (grosor de la materia gris del cerebro). Otros investigadores han abierto líneas de investigación que parten de la hipótesis en la que el cerebro, organizado funcionalmente en redes a gran escala, sus conexiones dentro y entre dichas redes, mostrarían patrones característicos de maduración con un retraso de ésta respecto a cohortes de personas sin diagnóstico de TDAH. El TDAH debe ser abordado por la familia, los profesionales del campo educativo y por especialistas clínicos (neuropsiquiatría, neuropsicología, psiquiatría, pediatría, psicología).

Se identificará como un trastorno cuando estos síntomas o los comportamientos que se deriven, se observen con mucha mayor frecuencia e intensidad que en los niños/adolescentes de igual edad e interfieran en la vida cotidiana en casa, la escuela y su entorno en general. Destacar que en personas con TDAH, puede existir un predomino de síntomas sobre otros o incluso coexistir. Cuando el predominio de manifestaciones es la inatención, en la que predomina la observación de un niño o niña inactiva, obediente, lenta, aletargada y de respuestas tardías, puede influir negativamente a la hora de hacer un diagnóstico precoz e instaurar un tratamiento eficaz, y que conlleven a encontrarnos a una persona con ansiedad y baja autoestima y problemas de socialización debido a su falta de iniciativa, pasividad o timidez.


Existe la teoría de que el TDAH es un trastorno del cerebro ejecutivo que provoca la incapacidad para inhibir o retrasar las respuestas, para organizar y controlar la atención, la conducta o sus emociones y para hacer frente a las demandas que se le presentan. El cerebro ejecutivo es el encargado de medir las consecuencias de los actos o pensamientos/respuestas de los demás, así como la capacidad de concentración y focalización de la atención.

Todo ello depende en gran medida de los lóbulos frontales y, en concreto, de la zona prefrontal, centro neurálgico del comportamiento. La inteligencia ejecutiva es la encargada de recibir las propuestas, las ocurrencias, las presiones de la inteligencia generadora, determinándolas y estableciendo comparaciones en función del momento donde se encuentren. Puede influir en el aprendizaje, en los problemas conductuales y en los procesos adaptativos de los niños y niñas en edad escolar, influyendo en el malestar del profesorado, de sus compañeros y de las propias familias.


Una de sus principales características es que las herramientas cognitivas del alumnado con este trastorno no les permiten adaptarse al entorno; es decir, lo que entendemos por inteligencia práctica o funcional. Quienes padecen este trastorno desarrollan una intensa actividad motora, se mueven continuamente, sin que esta actividad tenga un propósito; van de un lado para otro, pueden comenzar alguna tarea pero inmediatamente la abandonan para empezar otra que tampoco suelen acabar. Con frecuencia una buena parte de ellos se ven inmersos en conflictos relacionados con sus iguales, con los deberes escolares, con su comportamiento en casa, en el centro educativo o en el entorno. Como consecuencia, su autoestima decae y sus expectativas de éxito escolar disminuyen. Se ha demostrado la existencia de un cierto componente genético en el TDAH, pero sin que se pueda establecer una relación causa-efecto directa. La genética puede predisponer a padecer TDAH, pero no obligatoriamente. Suelen encontrarse varios casos de TDAH en la misma familia y es muy común que, en el caso de gemelos, ambos presenten los síntomas, lo cual apoya la hipótesis genética. Sin embargo, hay que considerar que las familias no solo comparten los genes, sino también otros factores ambientales clave; por ejemplo, las pautas educativas y la alimentación. Los estudios en gemelos idénticos muestran una elevada concordancia, pero no en todos los casos.


Los factores ambientales también pueden contribuir y algunos casos con TDAH pueden deberse a lesiones del cerebro durante el embarazo y en los primeros años de vida, originadas por distintos motivos: prematuridad, bajo peso al nacer y consumo de tóxicos durante la gestación (en especial el tabaco y alcohol).


No se debe descuidar la alimentación en personas con TDAH. Es conveniente que los profesionales de la salud enfaticen a la persona o a su entorno más cercano, el valor de una dieta equilibrada, una buena nutrición y ejercicio regular para niños, niñas, jóvenes y adultos con TDAH. Para algunas personas con TDAH, se ha observado que evitar bebidas y comidas con algunos colorantes y/o conservantes artificiales, puede ayudarlas a controlar la sintomatología. Se ha analizado la eficacia de una dieta con suplementos de ácidos grasos omega 3 y 6 o con zinc sin que se hayan encontrado pruebas científicas concluyentes sobre su eficacia. Por el contrario y, a partir de un estudio realizado en escolares franceses con TDAH, se ha visto que, en aquellos niños y niñas con bajos niveles de ferritina (sin alcanzar valores clínicos de anemia), añadir a la dieta un suplemento de sulfato ferroso se asoció con una reducción de síntomas de, al menos, 12 semanas.



El diagnóstico del trastorno por déficit de atención con hiperactividad


El diagnóstico de este trastorno requiere una formación profesional específica, que permita hacer una evaluación diagnóstica que incluya la identificación de comorbilidades y un diagnóstico diferencial. Una valoración psicopedagógica (del orientador a través del alumno y de la familia), educativa (a través de los profesores) y médica (aportada por la historia previa del alumno mediante la anamnesis, exploración psicopatológica y física), lo cual permitirá determinar claramente cuál es la situación a nivel físico, emocional y de aprendizaje. De esta forma se podrá descartar que sean otras las causas de su comportamiento o su bajo rendimiento escolar.


La información se obtendrá mediante una buena anamnesis, tanto a la persona afectada como a los progenitores y familiares cercanos si es posible, para obtener información acerca de la conducta de dicha persona a lo largo de su vida, así como a profesores, para obtener información sobre el comportamiento en el centro educativo. Es aconsejable complementar estas informaciones con algunas pruebas psicopedagógicas que permitan cuantificar la intensidad de los síntomas y nivel intelectual, de competencias en lectura, expresión escrita y matemáticas. El pediatra, psicólogo, psiquiatra o neuropediatra pueden complementar y coadyuvar en el diagnóstico precoz del TDAH. Hay que interrogarse por las causas que están provocando ese posible TDAH y actuar sobre ellas indagando en el desarrollo de ese niño o niña, el entorno familiar, escolar, la alimentación, y actuar en consecuencia, aplicando la terapia adecuada en cada caso. Es muy importante tener en cuenta las posibles disfunciones perceptivas, visuales y auditivas que pueden condicionar enormemente el aprendizaje escolar, al distorsionar la información en la fase de entrada.


No hay un marcador biológico para diagnosticar el TDAH. El instrumento principal que se utiliza es la entrevista clínica. Las escalas de evaluación de la conducta, cumplimentadas por los progenitores, el profesorado y otras personas que intervienen en la educación, proporcionan información acerca de la intensidad de los síntomas, de la presencia de otros posibles trastornos y ayudan a valorar la eficacia de los tratamientos aplicados, sin que sustituyan una buena valoración clínica. Dada la evidencia de la importante carga genética del TDAH, es conveniente realizar una historia médica detallada tanto personal como familiar.


Algunos profesionales sanitarios rechazan incluso que el TDAH exista como entidad nosológica, y acusan abiertamente a las industrias farmacéuticas de haber inventado una enfermedad nueva para poder vender medicamentos, lo que en inglés se conoce como disease mongering y que podría traducirse como “tráfico o promoción de enfermedades”. Entre los métodos empleados, se describen los siguientes:


1- Redefinición de los factores de riesgo, que pasan a ser considerados como causa (la vulnerabilidad familiar ahora se considera como causa genética) y con ello, ampliación de los límites de lo patológico para incluir a un mayor porcentaje de la población (laxitud en criterios diagnósticos en los que prácticamente cualquier niño puede verse reflejado), con la consiguiente y rentable extensión de remedios terapéuticos para esa enfermedad ahora con prevalencia ascendente;


2- «Promoción» de la enfermedad a través de la opinión de expertos y líderes en el campo en cuestión, que ven financiados sus trabajos e intervenciones al respecto por la industria farmacéutica (en conocidos, y denunciados, conflictos de intereses);


3- Financiación de campañas destinadas a la «concienciación» de la importancia y gravedad de la enfermedad, mediante multiplicación de congresos, seminarios, acompañados de la publicación de noticias alarmantes en los medios de comunicación;


4- Marketing directo al clínico y al consumidor; creación y/o patrocinio por parte de compañías farmacéuticas de asociaciones de pacientes, sociedades médicas y grupos de investigación específicos en hospitales, universidades, etc., que aboguen por la validez de sus planteamientos respecto a la enfermedad.


El profesional que realice el diagnóstico tiene que descartar que la sintomatología y los problemas de rendimiento escolar o de comportamiento no se deban a otras patologías, consumo de fármacos, drogas o a problemas psicológicos. Hay un gran número de trastornos en la infancia que pueden presentar síntomas similares a los del TDAH, y cuyo diagnóstico debe descartarse en el proceso de evaluación del mismo, tal como los trastornos del aprendizaje, los trastornos de conducta, los trastornos de ansiedad y los trastornos afectivos (como depresión, ansiedad generalizada, trastorno obsesivo-compulsivo, etc.).


En el tratamiento de un trastorno cuyas causas son múltiples, incluso sociales, se ha de buscar una solución que puede ser distinta en cada caso y sin limitarse a una única opción terapéutica. El diagnóstico temprano y posterior tratamiento en el inicio de la escolarización es fundamental. Este diagnóstico será imprescindible para el correcto aprendizaje social que ayudará al aprendizaje académico posterior: el aprendizaje de aprender. El diagnóstico y tratamiento precoz permitirán paliar las dificultades que el TDAH puede ocasionar en los primeros años de aprendizaje.






Francisco Quesada Rodríguez. Neuropsicólogo clínico.

Extraído de : "GUÍA DE PRÁCTICA CLÍNICA SOBRE LAS INTERVENCIONES TERAPÉUTICAS EN EL TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN CON HIPERACTIVIDAD (TDAH)"



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Psicólogo Francisco Quesada 

Consultor especializado en Neuropsicología clínica

 Especialista en Hipnosis Clínica. Experto en Violencia y Agresión.
                                                                                                             
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