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¿Qué hay detrás del "fracaso escolar?

Se entiende por fracaso escolar las dificultades que puede experimentar un niño con inteligencia normal (o, incluso, de altas capacidades) para seguir el aprendizaje escolar normal acorde a su edad cronológica. Esta dificultad se manifiesta normalmente en la repetición de curso y, finalmente, tiene como consecuencia el abandono de los estudios. Por lo común este alumno fracasado suele obtener una calificación global insuficiente, principalmente en las áreas instrumentales de mayor dificultad, tales como las matemáticas y el lenguaje.


La educación infantil es una etapa decisiva para poder seguir la escolaridad posterior con normalidad. Muchos expertos consideran esta etapa básica para la conformación de las capacidades cognitivas de los individuos, si bien hay que puntualizar que el origen del desarrollo de estas capacidades cognitivas se sitúa a partir del nacimiento y en las interacciones que el bebé lleva a cabo con su entorno más inmediato.


Existe consenso sobre las importantes ventajas que proporciona la educación infantil, sobre todo de los niños procedentes de orígenes socioculturales bajos. Es cierto que en esta etapa se desarrollan las capacidades básicas para los ulteriores aprendizajes escolares, en caso de que no sea así los escolares inevitablemente están abocados al fracaso escolar (López Puig, 1996). Diversos estudios han acumulado evidencia de que los niños comienzan su etapa de educación obligatoria con importantes diferencias en sus capacidades cognitivas. Estas diferencias tienden a persistir en edades más allá de la infancia y la adolescencia, y son difícilmente corregibles a partir de entonces (Mayers et al., 2004).


Entre las causas principales del fracaso escolar está el propio sistema educativo y las desigualdades sociales existentes, es decir, que la escuela favorece a los niños procedentes de familias de clase media o alta. Pero con ello abordaríamos parcialmente la problemática del fracaso escolar, al olvidar que existen factores de tipo personal –el niño y el maestro– que hay que tener muy en cuenta en el análisis. También los alumnos procedentes de clase media fracasan, aunque su familia posea una sólida base cultural y les estimule intelectualmente; y a pesar de las deficiencias de los actuales sistemas educativos hay chicos que, aun perteneciendo a familias con una situación cultural y económica muy baja, consiguen superar con éxito la escolaridad. En base a ello, para poder determinar las principales causas del fracaso escolar habríamos de apelar a dos tipos fundamentales de factores (López Puig, 1996):

a) Factores estructurales: Un entorno o medio sociocultural y un determinado sistema educativo.

b) Factores personales: Unos niños y un profesor.

En el caso español, el sistema escolar ha sido tachado de masivo, rígido y competitivo y es responsable del fracaso escolar por una serie de motivos evidentes, el principal de ellos referente a que la enseñanza es obligatoria en nuestro país, pero no hay una adecuación real de los contenidos a los diferentes tipos de alumnos.


A ello habría que añadir que, en general, los trabajos escolares estimulan poco la creatividad: se adquieren exclusivamente de los libros y del profesor, lo cual provoca que no exista un proceso constructivo del aprendizaje donde el alumno adquiere el conocimiento mediante observaciones, experimentaciones, discusión con sus propios compañeros, búsqueda de información, etc. (López Puig, 1996). El alumno tiene, por tanto, unos contenidos que aprender, que no son construidos por él, sino totalmente elaborados y en un tiempo determinado.


Otro de los problemas de los alumnos que presentan dificultades de aprendizaje y, por tanto, fracasan es el elevado número de alumnos por profesor, ya que éste no puede dedicar el tiempo necesario a este tipo de alumnos que son los que más ayuda necesitan. Este sistema tiende a marginar a los alumnos que no pueden seguir con normalidad el ritmo de las clases ya que entorpecen al resto de la clase.


Cuando el niño llega a la escuela ya tiene un determinado desarrollo cognitivo, afectivo y social todavía en proceso de construcción y en constante interacción con los estímulos externos. Los primeros vínculos, sobre todo con la madre, sus primeras experiencias irán estructurando su personalidad (Ehrlich, 1992). La madurez emocional del niño depende mucho, como anteriormente hemos señalado, de nuestra actitud como padres, de que hayamos sabido darle el estímulo y el afecto necesarios, de que hayamos sido capaces de interpretar correctamente sus demandas y necesidades, de que se sienta querido y aceptado, de que los adultos sepamos ponerle límites y darle seguridad.


Siguiendo a González y Asolo (1986), consideramos que las situaciones de conflicto grave entre los padres, con o sin separación de éstos, pueden ser una fuente de inseguridad para el niño si no se resuelven adecuadamente.

Entendemos que las dificultades y retrasos en el aprendizaje están relacionados con los problemas cognitivos, sociales y afectivos y es en la interacción de estos factores donde encontraríamos las causas y los efectos del fracaso escolar. Conviene pues no centrarse en ninguno de los aspectos aisladamente, y tenerlos en cuenta de manera global en el momento de una intervención educativa (Knepper, Obrzur y Copeland, 1983).


El trabajo de Reynolds y Teddlie (2000). Estos autores consideran que los retrasos en el aprendizaje van seguidos de problemas emocionales y de conducta, y pueden agudizarse si la familia no se implica en el problema. También tiene incidencia si la escuela no apoya pedagógicamente al niño, si la metodología docente es rígida y no respeta el desarrollo espontáneo infantil y por último el sistema de evaluación. En base a ello, las principales conclusiones serían:


– Entre el 12 y el 15% de la varianza en el rendimiento intelectual es debido al funcionamiento de la escuela.

– El contexto sociocultural tiene una influencia con un porcentaje algo mayor (18%).

– Es necesario diferenciar entre el contexto de los alumnos y el contexto medio del centro.

– Los conocimientos iniciales del alumno al comienzo de una etapa tienen un alto poder predictivo sobre los resultados de la misma.


A pesar de estas conclusiones, no podemos olvidar la importancia de las diferencias individuales de los alumnos, determinadas por la interacción de lo social, familiar y cultural. Y, a su vez, las dimensiones cognitiva, afectiva y motivacional de los alumnos son consecuencia de factores hereditarios y ambientales.



En la misma línea, es preciso resaltar que, además de un descenso en la autoestima de los alumnos, existen otras consecuencias importantes, tales como:

* El niño sufre las consecuencias del fracaso pero también la familia (discusiones, amenazas, riñas, etc.). * Los padres se angustian ya que prevén consecuencias indeseables. * Se hacen promesas y premios al niño o se le amenaza con castigos. * No tienen éxito las prohibiciones: no ver la TV, no salir con los amigos. * El profesor particular no es la solución al problema.


Por desgracia, la historia de fracasos se repite y nos conduce a un futuro con pocas perspectivas, y que puede llegar a ser un terreno abonado para la inadaptación y marginación social. El problema del fracaso escolar no es sólo un problema educativo, es también un problema con enormes repercusiones individuales y sociales.



Extraído de "La problemática de los niños superdotados" Amparo Acereda y Anna López. Síntesis 2010.







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Psicólogo Francisco Quesada 

Consultor especializado en Neuropsicología clínica

 Especialista en Hipnosis Clínica. Experto en Violencia y Agresión.
                                                                                                             
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