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DOLOR I: visión antropológica.

Para poder comprender el dolor hay que conjugar el cuerpo, la mente y la cultura. La antropología del dolor aborda la relación existente entre el ser humano y el dolor, y realiza una interpretación global y comparativa de cómo el hombre, a lo largo de su existencia piensa en el dolor, lo comprende y le hace frente, con el fin de profundizar en el tema del dolor e intentar dar una explicación a su subjetividad, analizando, no sólo la dimensión biológica, social y cultural del dolor, sino también su impronta individual.

Dolor

La percepción, tolerancia y respuesta al dolor no depende únicamente del estímulo nocivo o dañino sino que va a estar condicionado por las características personales del individuo, experiencias pasadas, creencias, expectativas propias y del núcleo socio-cultural al que se pertenece. Todas las sociedades humanas integran el dolor en su concepción, confiriéndole un sentido y hasta un valor.

“(…) que entre el estímulo y lo percibido está la trama del individuo como singularidad personal, historia, pertenencia social y cultural.” Le Breton.


CONSTRUCCIÓN DEL DOLOR


El concepto del dolor lo vamos a ir construyendo a lo largo de nuestra historia de vida. Desde niños aprendemos ciertos modos de reaccionar, observando e imitando los comportamientos de nuestros padres y de otras personas importantes para nosotros, lo registramos en nuestra memoria y tendemos a repetirlo en ocasiones futuras.


Cuando hablamos del estilo de vida del paciente con dolor, hacemos referencia a las relaciones familiares, laborales y sociales que mantiene el individuo dolorido, incluyendo su manera de pensar, comportarse, etc.

La misma cultura en la que creemos tiene un papel esencial en el modo de cómo percibimos, nos enfrentamos y respondemos al dolor. No es lo mismo el concepto y respuesta al dolor para un judío, musulmán o hindú, que para un individuo de una tribu africana. Indudablemente sus creencias, valores y tradiciones van a contribuir en la formación y percepción de su dolor.


Va a ser muchas veces esta sociedad donde vivimos y en la que nos relacionamos, la que establezca en qué circunstancias se puede expresar el dolor y en cuales se debe soportar sin quejarse, valorando las situaciones permisibles y castigadoras del dolor y estableciendo unos “usos sociales del dolor” que han contribuido a la educación y moralización de las conductas sobre dolor:

- El dolor como ofrenda y como una experiencia en la que se le otorga un significado eminente al dolor libre/consentido (como ofrenda a los dioses o el martirio en la antigua cristiandad).


- El dolor como una estrategia, a veces de manera inconsciente, dado que por medio de la compasión o la culpabilidad que induce en los otros se obtiene atención y reconocimiento.

- El dolor consentido en la cultura deportiva, como ocurre en el boxeo.

- Dentro de la educación y la moral, el dolor como castigo para educar.

- Como medio de dominio y castigo.


Van a ser las características personales las que tamicen todo este aprendizaje y den forma al concepto individualizado y subjetivo del dolor, originando una respuesta ante él condicionada por:


- Evolución social: el hombre a lo largo de la historia se ha visto influenciado por condiciones materiales, adaptándose a una evolución selectiva como los grandes cambios climáticos, hambrunas o guerras, donde prevalecía la supervivencia y el dolor se relevaba a un segundo plano, considerado como algo que podía pasar y se integraba en la economía de la vida diaria. La humanidad, en el sentido propio de la palabra, “conjunto de seres humanos” (RAE), se ha ido adaptando a los cambios evolutivos de nuestra sociedad.

- Sistemas de creencias y valores personales: entendemos y adaptamos al dolor según nuestra educación y nuestros valores personales.

- Situación tecnológica: el afrontamiento y el concepto de dolor varía según los avances técnicos que produce la ciencia.

ACTITUDES FRENTE AL DOLOR

No todo el mundo responde de igual manera ante el dolor y el sufrimiento, la respuesta va a depender de los recursos personales y del contexto sociocultural. Así, unos responden con amargura: odian, tienen rabia, hieren, se desesperan, desconfían, no creen en nada y no aman. Otros quieren deshacerse de él, pierden la voluntad de vivir, la fuerza, la capacidad de actuar, se vuelven apáticos y están cansados de vivir. Se rodean de murallas internas, tienen miedo de enfrentarse a él, a luchar y lo que quieren es huir de él, cayendo en algún tipo de patología psicopatológica que protege su huida. Para otros la respuesta es empequeñecerse; viven para su sufrimiento y se lo imponen a los demás, exigen ser el centro de atención y ser mimados. Miden su sufrimiento con los ajenos para convencerse de que sufren más que los demás.

Por el contrario hay personas que ante el sufrimiento se crecen, con él aumenta su fuerza interior, se enfrentan, se recuperan, maduran y se les abre una nueva visión de la vida. ¿Cómo hacer frente al dolor?


1º Lo primero que se necesita para saber qué hacer con el dolor es aceptarlo como algo que está ahí y tenemos que encarar: quien acepta esta situación, convierte el hecho doloroso en una tarea de reorganización de su propia vida contando con esa dramática verdad.


2º Uno de los modos de paliar el dolor o de aliviarlo es atribuirle un sentido: vencer el miedo que nos inspira. La praxis médica demuestra que no hay nada que más atemorice a un enfermo que el sufrimiento cuando proviene de causa desconocida, de ahí que el diagnóstico, en especial en los enfermos crónicos les pueda facilitar la aceptación del dolor.

Darle un significado: comprender el sentido de ese dolor que va a depender de la existencia individual de la persona que lo padece y del arquetipo de cultura a la que pertenece.


SUBJETIVIDAD DEL DOLOR


El análisis antropológico nos lleva a considerar al dolor no sólo como un signo clínico, sino como un síndrome de experiencias vividas, cargadas de significaciones, interpretaciones y explicaciones que van a estar mediatizadas por la cultura y la subjetividad individual, es decir por el significado e intensidad singular del que lo sufre. Más allá de sus condicionamientos culturales, sociales y grupales, cada individuo reacciona el dolor con un estilo propio gestado en el transcurso de su historia de vida.

La subjetividad del dolor está relacionada con el inconsciente constituido en el transcurso de la historia personal, las raíces culturales y sociales y la naturaleza de las relaciones entre el individuo que padece dolor y quienes lo rodean.

Aunque el umbral de sensibilidad es semejante para el conjunto de sociedades humanas, el umbral del dolor ante el cual reacciona el individuo y la actitud que éste adopta a partir de entonces está esencialmente vinculada a la trama social y cultural. Frente al dolor entra en juego la concepción del mundo que tiene el individuo, los valores religiosos y laicos y el itinerario personal. El significado que se otorga al hecho doloroso más el estado anímico del individuo son las matrices que dan forma al sentimiento del dolor.

El dolor forma parte de la vertiente íntima y personal del individuo, cuya credibilidad va a estar siempre en entredicho. El doliente no puede aportar pruebas de su dolor y hay que creer en su palabra, sumergiéndose en un mundo de sensaciones inaccesibles que lo distancia y aísla de los demás.


Estos conceptos van a dar información precisa acerca del estilo, forma característica habitual de actuar o comportarse (RAE), del que experimenta y sus reacciones.


El significado del dolor depende también de la visión y el significado que cada persona tenga de su cuerpo y de la representación que éste haya alcanzado en su contexto social y cultural. No reaccionaba igual un mutilado de guerra ante la pérdida de un órgano (perder un miembro es recibir honor y salvar vidas) que la de un obrero que ha sufrido un accidente laboral cuyo significado es la ruina, violencia y abandono.


Actualmente debido a los avances en investigación, biomedicina, analgésicos y extensión de la práctica analgésica, el significado del dolor ha cambiado, se ha vuelto inútil, estéril y desagradable. La ciencia no concibe el dolor como inherente de la condición humana y entiende que todo sufrimiento tiene alivio. Las personas se desentienden de su dolor y lo ponen en manos de especialistas de los que esperan alivio o curación de su problema. Los propios individuos se autoconciben como carentes de recursos propios para enfrentarse al dolor, fiándoselo a los médicos y en consecuencia el umbral del dolor ha disminuido.


EL SUFRIMIENTO EN NUESTRA CULTURA

Con frecuencia utilizamos indistintamente la palabra dolor y sufrimiento, como sinónimos, pero sabemos que no lo son. Puede existir dolor sin sufrimiento (un parto) y también sufrimiento sin dolor (refugiados) La diferencia entre ambos está en que en el sufrimiento (o dolor interior), interviene la memoria, la imaginación y la inteligencia y por eso puede extenderse a muchos más objetos que el dolor meramente físico o exterior, puesto que incluye pasado y futuro, y lo físicamente ausente, pero presente al espíritu.

El dolor es un mal que no es deseable y que hay que hacer todo lo razonable para suprimirlo y aliviarlo, pero por mucho que hagamos, el dolor y el sufrimiento acaban apareciendo de una forma u otra en la vida de cualquier persona, y es importante que nos encuentre debidamente preparados. Estamos en una cultura que no asimila y, por tanto, no está preparada para afrontar el sufrimiento. Tenemos muchos medios para combatir el dolor, pero nos faltan motivos para soportarlos. La actitud de huir del dolor a toda costa a veces genera más ansiedad y sufrimiento que el propio dolor. Disminuyendo la capacidad de soportar el dolor solemos aumentar el sufrimiento.


En nuestra sociedad todo está diseñado para esquivar el sufrimiento y sólo se acepta el lado plácido de la vida. Se ha hecho del bienestar un valor absoluto; pero una sociedad que busca abolir a toda costa el sufrimiento, cuando llega más allá de su límite y tiene que afrontar una desgracia impuesta no tiene nada en que apoyarse y no sabe cómo hacerle frente.

REFLEXIONES SOBRE EL DOLOR

El dolor pertenece a las experiencias humanas más fundamentales, una señal particularmente compleja que se transmite por los nervios, desde el lugar de la herida hasta el cerebro.

Nuestra cultura moderna ha conseguido convencernos de que el dolor es sencillamente un problema médico (nervios y transmisores obedecen a leyes generales de anatomía y fisiología), pero a pesar de todo lo que se sabe, el dolor sigue estando dentro del mundo de la cultura y las creencias.

El dolor se padece subjetivamente en mayor o menor intensidad, con un grado u otro de resistencia, según el significado que las diversas sociedades hayan dotado en su conjunto a esta experiencia. Buscar un sentido al dolor posibilita poder afrontarlo, porque el problema no es (como diría Victor Frankl), sufrir, sino sufrir sin sentido.

El sufrimiento debe ser eliminado siempre que sea posible. Pero existen algunos casos en los que no se puede eliminar; entonces, cuando no se puede cambiar nada de la situación, es la persona la que tiene que cambiar de actitud”. Víctor Frankl

Hace menos de cien años, muchos dolores cotidianos resultaban irremediables y las intervenciones quirúrgicas sólo se afrontaban en casos de vida o muerte, es decir, el dolor estaba integrado en la economía de la vida. El umbral del dolor era relativamente alto dado que se aceptaba como algo inexorable que podía aparecer en cualquier momento.

Vivimos en una cultura que ha optado por el bienestar como criterio, considerando el dolor como un elemento perturbador. Pero el bienestar es un ideal como la felicidad, tratar de incrementarlo es bueno, pero pensar que se puede lograr completamente es una ilusión que puede llevar a grandes fracasos”. Diego Gracia.









Autor: Francisco Quesada Rodríguez.

Basado en formación: Change Pain

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Psicólogo Francisco Quesada 

Consultor especializado en Neuropsicología clínica

 Especialista en Hipnosis Clínica. Experto en Violencia y Agresión.
                                                                                                             
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